martes, 20 de abril de 2010

Matrimonios Vigentes

La titular de la FALGBT, María Rachid, precisó hoy a Télam que "denunciamos a los jueces que presentaron las nulidades de manera antijurídica de los matrimonios de Norma Castillo y Ramona Arévalo, y de Alex Freyre y José María Di Bello".

No puede un juez de la misma instancia anular lo que hace otro juez", dijo la dirigente y recordó que "ayer la jueza porteña Elena Liberatori ratificó la validez del matrimonio entre personas del mismo sexo y le pidió a su colega Martha Gómez Alsina, que anuló la primera boda de dos mujeres en el país, que se inhiba de actuar en el caso".


En este marco, Rachid dejó en claro que "estos matrimonios, como todos los del mismo sexo que se realizaron hasta ahora, siguen vigentes, las libretas de matrimonio las tienen las mismas parejas o los jueces que autorizaron los matrimonios para resguardarlos de cualquier otra decisión judicial".

Lo cierto es que hay mucha presión sobre estos jueces, por parte de las corporaciones de abogados católicos, que con sus "nulidades" logran sembrar confusión en la opinión pública.

En la foto Norma y Ramona, casadas después de 30 años de amor. ¡Felicitaciones!

sábado, 17 de abril de 2010

CANTANTE CRISTIANA SALE DEL ARMARIO

La cantante norteamericana de música cristiana Jennifer Knapp (36), que en el año 2003 había tomado un paréntesis en su carrera que había comenzado a principios de los 90, reaparece con un nuevo album titulado Letting Go declarando además que es lesbiana y que está en una relación de pareja desde hace unos ocho años.
La decisión de salir del closet explica las razones de la pausa artística, probablemente hasta que pudo conciliar su fe con su homosexualidad, ya que según ha declarado seguirá produciendo música cristiana.
Cabe recordar que el tema A Little More de su albún "Lay It Down" del año 2000 fue nominado a los premios Grammy.
Un dato interesante ha sido la publicación de su regreso y salida del armario por parte de la revista cristiana conservadora Christianity Today sin hacer referencias negativas a su sexualidad.

Proyecto de ley llega a las cámaras el Congreso

SE DISCUTIRA EN LA CAMARA DE DIPUTADOS EL PROYECTO PARA INSTAURAR EL CASAMIENTO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO.

El matrimonio gay consiguió dictamen

El proyecto para permitir el casamiento entre personas de igual sexo fue aprobado por amplia mayoría en las dos comisiones que lo trataban. Así, la iniciativa pasará al recinto de la Cámara. Euforia entre los militantes del movimiento gay-lésbico.

A la una y diez de la tarde, la diputada Vilma Ibarra interrumpía a su par Juliana Di Tullio. Quería informar que la propuesta de modificar la ley de matrimonio civil acababa de obtener el apoyo necesario para ser tratada en la próxima sesión de la Cámara. Tras casi tres horas de sumar intervención tras intervención, el dictamen positivo había alcanzado 18 votos en la Comisión de Legislación General, 20 en la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia

Los integrantes de CEGLA apoyamos esta ley que permitirá equiparar nuestras uniones con el resto de los ciudadanos (ver artículos en la sección de literatura de nuestra página web)

viernes, 2 de abril de 2010

El Derecho a la Dignidad

El matrinonio otorga a los contrayentes muchísimos derechos, por citar los más comunes, el derecho a la obra social, a la pensión, a la herencia, etc. Pero fundamentalmente para aquellas personas que hoy están excluidas del matrimonio, ese derecho significa algo tanto o más importante: el reconocimiento de la dignidad como seres humanos que podrá poner fin al ostracismo, la marginación, la diecrimimación y la injusticia social hacia gays y lesbianas.

El siguiente pasaje es parte de un artículo publicado por María Rachid, presidenta de la Federación Argentina GLBT:




"Pero el reclamo por el derecho al matrimonio, el reclamo por ser reconocidos y reconocidas iguales ante la ley no se trata sólo de estos importantísimos derechos que pueden volverse fundamentales en la vida de quienes quizás no sean tan afortunados.

Se trata de que el Estado nos considere iguales en derechos, y deje –de una vez por todas- de legitimar la desigualdad social que vivimos lesbianas, gays, bisexuales y trans en nuestras vidas cotidianas.

Porque si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás mi papá, por ejemplo, que hace más de diez años que no me habla, no pensaría que soy tan diferente.

Porque si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás los niños en las escuelas no serían tan violentos con otros niños por considerarlos tan diferentes.

Si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás algunos adolescentes no sean echados de sus casas porque sus familias los consideran tan diferentes.

Si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás algunas personas no serían despedidas en sus trabajos porque sus empleadores los consideran tan diferentes.

Quizás, también, si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, algunas personas no insultarían a otras en la calle por considerarlas tan diferentes.

Porque si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás algunas personas no perderían a sus hijos, a sus padres, o a algún familiar… porque estos los consideran tan diferentes.

Quizás incluso, si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, no habría códigos contravencionales que criminalicen la homosexualidad y el travestismo en siete provincias argentinas, ni policías coimeando, persiguiendo, torturando y a veces asesinando a gays, lesbianas, bisexuales y trans… por considerarnos tan diferentes.

Quizás, incluso, si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, el padre de la novia de Natalia Noemí Gaitán no la hubiera asesinado por el sólo hecho de rechazar la idea de que su hija sea, para él, tan diferente".

El Valor Universal de la Igualdad

(de Clarin.com autor: Marcelo Alegre)

Es frecuente leer o escuchar que la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo implica un triunfo del relativismo moral. Sin embargo, es útil distinguir entre dos fenómenos muy diferentes. Por un lado, la extendida adhesión al relativismo, que consiste en la creencia de que en materia de valores no existen códigos universalmente válidos, y por otro lado el progreso moral, consistente en el cambio en las valoraciones morales vigentes.

El progreso moral no precisa estar basado en el relativismo: es incompatible con éste.
El relativista se niega a condenar moralmente ciertas prácticas sobre la base de que ellas, si bien repugnan a nuestra sensibilidad moral, tal vez estén de acuerdo con el código moral de la comunidad en que tienen lugar. Por caso, el relativista dirá que la mutilación genital femenina, que desde nuestra cultura es vista como una salvaje y violenta discriminación contra las mujeres, puede ser una práctica aprobada por ciertas sociedades. A falta de un criterio universal aplicable a todas las culturas, el relativista nos exigirá abstenernos de reprochar dicha práctica.
En cambio el progreso moral, si bien implica al igual que el relativismo, un distanciamiento respecto de los valores aceptados, no tiene como objetivo destruir toda valoración, sino fortalecer los estándares morales a través de su revisión constante, a la luz de la razón. A medida que la dinámica de la vida democrática pone a la luz nuevos intereses, o viejas y nuevas formas de imponer abusos y sufrimiento, la moral racional debe evolucionar, reconociendo nuevos derechos, modernizando instituciones jurídicas, abriendo nuevos canales de expresión y protección de grupos y personas víctimas de desigualdades.
En realidad, es la resistencia tajante al progreso moral, o en otras palabras, el tradicionalismo moral, el que se parece mucho al relativismo. Ambos comparten una visión muy limitada de la razón humana. El relativista (junto a los escépticos morales) afirma que la razón es incapaz de trascender los límites estrechos de la propia comunidad, y no puede aspirar, por tanto, a elucidar pautas morales universales. El tradicionalista afirma que la razón es inerte frente a las pautas morales vigentes, o para revisar estándares de conducta arraigados en el pasado.
El caso del reconocimiento legal del matrimonio entre personas del mismo sexo no implica ningún relativismo. Hay un valor de alcance universal, la igualdad, que exige reconocer que la negativa oficial a casar a las personas sobre la base de sus preferencias sexuales es una forma de discriminación, como lo era la negativa al voto femenino o la proscripción (antes de la reforma constitucional de 1994) de los candidatos presidenciales no católicos.
La apertura de la institución matrimonial a las personas del mismo sexo inclusive enriquece el alcance y la relevancia moral del matrimonio, poniendo de relieve a la familia como un ámbito de amor y cuidado más allá de los fines de perpetuación de la especie, y oficializando un tipo de unión en el que la discriminación de género está, por definición, excluida.

El progreso moral es un triunfo de la razón sobre sus dos adversarios: el relativismo y el tradicionalismo.
(*) El autor es profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Buenos Aires.